Underwood Girls
Autor: PEDRO SALINAS
Quietas, dormidas están,
las
treinta, redondas, blancas.
Entre
todas
sostienen
el mundo.
Míralas,
aquí en su sueño,
como
nubes,
redondas,
blancas, y dentro
destinos
de trueno y rayo,
destinos
de lluvia lenta,
de
nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con
contactos saltarines
de
dedos rápidos, leves,
como
a músicas antiguas.
Ellas
suenan otra música:
fantasías
de metal
valses
duros, al dictado.
Que
se alcen desde siglos
todas
iguales, distintas
como
las olas del mar
y
una gran alma secreta.
Que
se crean que es la carta,
la
fórmula, como siempre.
Tú
alócate
bien
los dedos, y las
raptas
y las lanzas,
a
las treinta, eternas ninfas
contra
el gran mundo vacío,
blanco
en blanco.
Por
fin a la hazaña pura,
sin
palabras, sin sentido,
ese,
zeda, jota, i...
Canción del automóvil
Por MARINETTI.
¡Dios vehemente de una raza de acero,
automóvil ebrio de espacio,
que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes!
¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua,
nutrido de llamas y aceites minerales,
hambriento de horizontes y presas siderales
tu corazón se expande en su taf-taf diabólico
y tus recios pneumáticos se hinchen para las danzas
que bailen por las blancas carreteras del mundo.
Suelto, por fin, tus bridas metálicas.., ¡Te lanzas
con embriaguez el Infinito liberador!
Al estrépito de¡ aullar de tu voz...
he aquí que el Sol poniente va Imitando
tu andar veloz, acelerando su palpitación
sanguinolento a ras del horizonte...
¡Míralo galopar al fondo de los bosques!...
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